Mi hijo no acepta un “NO”
Los problemas de conducta en niños y adolescentes son una de las situaciones más frecuentes con las que se encuentran los padres en la relación con sus hijos. En gran parte, esto se relaciona con los cambios en el estilo educativo y la forma en que entendemos la infancia. A menudo, una cierta sobreprotección impide que los niños desarrollen tolerancia a la frustración o aprendan a manejar emociones negativas. Así, un “NO” o una negativa puede vivirse como algo insoportable, generando una fuerte frustración y malestar emocional. Al no saber cómo gestionar lo que sienten, tienden a reaccionar con conductas negativas y a responsabilizar a su entorno de lo que les ocurre.
Por este motivo, resulta fundamental establecer normas claras en casa desde la infancia. No es necesario que sean muchas, pero sí que estén acompañadas de consecuencias previamente definidas. De esta manera, el niño entiende qué sucederá si no cumple las normas y aprende que es responsable de sus actos. Lejos de generar más conflictos, este proceso aporta seguridad, ya que el menor comprende que las consecuencias dependen de su propia conducta. Con el tiempo, estas experiencias también se trasladan a otros ámbitos de su vida: la escuela, sus relaciones sociales y, en el futuro, su vida adulta.
Es importante recordar que el hogar funciona como un pequeño reflejo del mundo exterior. Lo que aprendemos y vivimos a nivel emocional y conductual en la familia se convierte en nuestra forma de relacionarnos fuera de ella. Nuestra família es nuestra normalidad.
La función del psicólogo en estos casos es acompañar al niño o adolescente y a su entorno para establecer nuevas formas de interacción. El objetivo es que aprenda a afrontar las frustraciones, manejar las emociones y desenvolverse de manera más positiva en su vida cotidiana.